Sin saber cómo ni por qué, de repente me vi rodeada por la oscuridad, una oscuridad que ni en Crow Land había visto antes. “¿Dónde estoy?” Me pregunté a mí misma.
No me encontraba en la plácida cama de sábanas blancas que Karen había preparado para mí y tampoco conocía ese lugar. Todo estaba oscuro, lleno de niebla, solo podía apreciar las sombras de unos grandes árboles que me rodeaban y unos sonidos extraños a lo lejos que se escuchaban por todas partes.
Comencé a andar a ciegas con los brazos en alto para no chocarme con nada y aprecié que el bosque se había quedado en silencio cuando mis pies se pusieron en marcha. Hacía frío y mi cuerpo comenzó a sentir un extraño cansancio que jamás en mi corta vida había notado. Estuve más de la cuenta andando sin ver absolutamente nada, pero sí apreciando un olor desagradable y nauseabundo que me hizo toser en varias ocasiones.
“¿Quién anda ahí?” Grité al escuchar que algo o alguien me seguía, alguien que iba a toda velocidad hacia mí, jadeando como una bestia. Me asusté y comencé a correr sin rumbo, sin ver donde pisaban mis pies. El miedo se apoderó tanto de mi cuerpo que comencé a temblar y a tambalearme, eso causó que me cayera en un hueco producido por unas raíces que se habían abierto camino desde lo más profundo de la tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario